No la salva ni el 3D
Dario Argento principal precursor y representante del genero italiano denominado
como Giallo, vuelve a la pantalla grande con una nueva versión de la historia de
Drácula en tres dimensiones.
Argento saboreó en la década de los setenta
el éxito comercial, alcanzando gran repercusión con su película, Suspiria. El
cine del director se caracterizaba por presentar relatos de suspense y terror,
con el empleo de luces y colores densos, con los que crear la atmósfera
adecuada.
El paso del tiempo ha hecho mella en la calidad de sus
producciones, ya que vive estancado en los éxitos del pasado, repitiendo en
muchas de sus películas las cosas que funcionaron en su día, pero que ya no
tienen el mismo efecto.
Ahora reaparece con una historia mil veces
versionada, la del Conde Drácula, donde no aporta nada nuevo y se limita a
emplear como reclamo, la actual moda del cine de tres dimensiones.
El
cine de Dario Argento ha ido dando muestras de debilidad a lo largo de estos
años, tanto en calidad argumental como artística y con ésta Drácula 3D, termina
de clavar la cruz, en la profunda tumba cinematográfica, que él mismo ha estado
cavando a lo largo de estos últimos años.
El argumento de la película no
aporta nada nuevo a la historia de Drácula y por desgracia, la calidad artística
e interpretativa de la misma, resulta mediocre y por momentos insultante.
Todos los integrantes del reparto ofrecen interpretaciones desmesuradas
que rozan lo histriónico, ninguno se salva de la quema, ni siquiera el famoso
replicante Rutger Hauer,
Los decorados de cartón que emplea el director,
trasmiten más realismo que las pobres interpretaciones de todo el reparto.
Mención especial merece la participación en la película del español Unax
Ugalde, que sale en pantalla tres valiosos minutos, por si no se nota lo
suficiente, es ironía.
En la actualidad se utiliza mucho como
reclamo comercial, que la película este rodada en tres dimensiones, pero eso en
muchas ocasiones suele ser una trampa mortal para ingenuos desconocedores de lo
que van a ver.
Lo que se anuncia como película en tres dimensiones, se
resume en cuatro secuencias simplonas donde se emplea esa técnica. Realmente el
empleo de las tres dimensiones, no es nada nuevo en el mundo del cine y ya en el
pasado se anunciaba. Ahora existen mejoras en la técnica, pero realmente son
pocas las películas que merezcan verse en ese formato.
Drácula 3D, no es
un caso de los que merezca la pena verse en tres dimensiones, puesto que los
efectos especiales distan mucho de una calidad aceptable. No resultan
convincentes y en muchos momentos resultan más cómicos que terroríficos.
Sin ser grosero, lo único de la película que tiene unas dimensiones realmente impactantes, son las voluminosas cualidades físicas de las féminas del reparto, que el director se encarga de utilizar para ganar la atención del espectador masculino.
Después de tantos adelantos en tecnología, es realmente irónico que sean unos pechos los que más destaquen. Lo mejor que se puede hacer a la hora de ver este producto ridículo y desfasado, es no tomárselo en serio e incluso verlo como una comedia. Aunque claro esta, para los que pagaron su entrada para verlo en tres dimensiones, seguro que no les hizo ni pizca de gracia.
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